Aunque la explotación minera presenta múltiples ventajas para el desarrollo del Perú, aún existe un debate en torno a su gestión. Para entender ello, analicemos los puntos a favor y en contra de esta actividad.
Por Guillermo Dulanto. 04 enero, 2022. Publicado en El Tiempo (Suplemento dominical), el 26 de diciembre de 2021.En nuestro país, la producción minera representa alrededor del 9% de la producción. Además, genera directamente el 3% de los puestos formales, y muchos más indirectos por actividades relacionadas. También lidera el ranking de productividad y varias empresas mineras figuran entre los principales contribuyentes.
A pesar de estos números, no son pocos los críticos de la minería. Incluso, hay voces que promueven el cese de operaciones de algunas mineras. Por ello, me permito analizar algunos puntos comunes en contra de esta actividad.
En primer lugar, una operación minera mal diseñada pone en riesgo al medio ambiente, afectando principalmente a las comunidades aledañas. De hecho, existen casos serios de contaminación en nuestro país. En segundo lugar, tenemos que, en ocasiones, para llevar a cabo un proyecto minero, es necesario trasladar a algunas comunidades a otra ubicación. Por diversos motivos, es posible que algunas comunidades prefieran no hacerlo.
En la misma línea, un tercer punto aparece cuando hay una mala relación entre empresa y comunidad. Por ejemplo, cuando la empresa no construye un nuevo poblado con la calidad prometida o no efectúa con empresas locales los contratos ofrecidos con anterioridad. Pero, también, cuando las comunidades aumentan sus listas de requerimientos luego de cerrar el acuerdo.
Un cuarto punto, y para mí central en este asunto, es la baja calidad de instituciones en nuestro país. Ello impide que el Estado actúe como buen mediador entre las empresas y comunidades, facilitando que los conflictos sociales escalen. Incluso, hemos tenido ministros que prometen cosas inviables a una u otra parte solo para ganar un aplauso pasajero.
Otra consecuencia de la mala institucionalidad es la deficiente gestión de los recursos públicos derivados de la minería. Por ejemplo, Maldonado y Ardanaz (2020) demuestran que los gobiernos locales son ineficientes en el uso del canon, salvo cuando la transferencia es muy grande. El mismo Maldonado (2011) encuentra mayores eventos de corrupción en las zonas que reciben más canon. Sin dudas, esta mala gestión limita los beneficios sociales de las operaciones mineras.
Por último, el quinto punto hace referencia al crecimiento del país en el mediano o largo plazo. Para muchos economistas, el depender en exceso de un sector cuyas rentas pueden ser fácilmente extraídas (corrupción) y que es muy sensible a factores externos (precios internacionales) daña el crecimiento de un país en el largo plazo.
“La maldición de los recursos”
Aquí es donde aparece la teoría de “la maldición de los recursos” (Sach y Warner, 2000): países con abundancia de recursos naturales tienen menor crecimiento que otros. Venezuela y Japón serían un buen ejemplo para quienes defienden esta teoría.
En un país minero como el nuestro, esta “maldición” podría manifestarse en forma de “enfermedad holandesa” (Corden, 1985). En este proceso, un país decide aprovechar el “boom” de un recurso natural que posee en exceso. Por ejemplo, un aumento en el precio internacional del cobre. Gracias ello, los salarios y la productividad promedio en la economía aumentan. La palabra promedio es importante, porque el aumento de productividad se centra en el sector en boom. Sin embargo, como el nivel adquisitivo aumentó, también aumentan los precios.
El problema se evidencia cuando desaparece el “boom”. Ahora el país afronta un mercado internacional que ya no valora tanto el producto en el cual se especializó. Peor aún, el país no es competitivo para producir otros bienes. Por ejemplo, las empresas exportadoras no-mineras tienen que afrontar el alza de salario y de precios generado por el “boom” sin tener el nivel de productividad de las empresas mineras. Como resultado, la producción del país empieza a caer.
Lo positivo, es que ninguno de estos puntos representa un “no” rotundo a la minería. Por lo contrario, resume una lista de mejoras que se deben dar para garantizar la estabilidad de este sector. En mi opinión, los resultados de Mehlum et al. (2006) resumen el punto más importante: la “maldición de los recursos” solo aparece en países con malas instituciones.
En ese sentido, buenas instituciones se encargarían de que todas las empresas mineras tengan un plan ambiental adecuado y erradicarían la minera informal, justamente la que más contamina. Además, darían cabida a todas las partes involucradas, permitirían que se exponga claramente la posición de cada parte y se llegue a acuerdo vinculantes.
Autoridades sólidas, antes de subir impuestos, se enfocarían en dar más confianza para garantizar inversiones futuras. También pondrían candados a la corrupción y serían más eficientes con el gasto. Por ejemplo, en una investigación en curso junto a mi co-autor, estimo que canalizar los recursos acumulados durante el boom minero a proyectos de infraestructura disminuiría los efectos negativos de la “enfermedad holandesa” al facilitar el aumento de productividad en otros sectores.
Por lo tanto, si bien la minería es necesaria, hacen falta mejoras institucionales para aprovechar todo su potencial. ¿Existe voluntad para llevar a cabo esos cambios?
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.